19.10.06

C r ó n i c a E n c u e n t r o c o n E s c r i t o r e s


Miércoles 20 de Septiembre
El edificio de la Facultad de Ciencias Sociales se veía tan oscuro y tan empapelado de panfletos políticos como acostumbra. Sin embargo, este día era distinto, algo en particular se podía percibir. Quizás simplemente estaba nerviosa. Al fin conocería a cuatro de los tan anunciados autores de la Joven Guardia, esos creadores de cuentos originales y mundanos, sorprendentes y cotidianos, aburridos y escalofriantes.
Después de salir del teórico de Comunicación I, me di cuenta de que todavía faltaba media hora para dar inicio a la charla-debate anunciada por Santiago, en la cual íbamos a tener que participar haciendo preguntas a los exponentes. Contando con mi escasa capacidad de improvisación y falta de ganas de redactar un posible cuestionario, decidí que mi participación sería preferentemente silenciosa.
A solo unos diez minutos de las veintiuna horas, decidí ir hacia el auditorio. Pero hubo algo que, si bien no me detuvo, si me provocó un cortocircuito cerebral: el profesor estaba de traje. Momento de reflexión (esto es más serio de lo que pensé). Entré al auditorio. Compañeros por acá, conocidos por allá. En el escenario estos seres conocidos y desconocidos con sus respectivas botellitas de agua conversaban entre ellos. ¿Cuál es cual? La tranquila desesperación me hizo agarrar el libro de mi morral, para darme cuenta quién era quien.
Empezó Santiago. Sistemáticamente los invitados respondieron por orden. Hablaban de la generación, el concepto de esta, si se sienten como generación, las diferencias con generaciones anteriores. Generación de acá y de allá. Escuchando cosas que me llamaron la atención, empecé a sentir esa sensación de complicidad con algún autor y de indiferencia con otros. Definitivamente la charla se estaba tornando más divertida de lo que esperaba. Si bien en ningún momento fue aburrida, hubo momentos más picantes que otros y escuché cosas inesperadas: cierta elocuencia por parte de Pedro Mairal; el desarrollo de la carrera de Florencia Abbate; el pronto crecimiento en la carrera de Mariana Enriquez y los medios dónde había trabajado siendo una adolescente; y cierta crudeza en los comentarios de Washington Cucurto.
Con sólo 29 años Florencia Abbate ya tiene publicada una novela de gran difusión (El Grito), la carrera de Letras terminada, es docente, periodista cultural, tiene su propia editorial y trabajó en lugares diversos; por otro lado Mariana Enriquez sólo tenía 19 años cuando publicó su primera novela, Bajar es lo peor, e hizo un breve salto a la fama (con mis 21 años esto me trajo dudas existenciales).
Cuando el debate comenzaba a ponerse un poco monótono alguien tiró la primera piedra. Desde el público una persona de envidiable coraje, pidió la palabra y comenzó haciendo una breve introducción acerca del costo que tiene acceder a una computadora con Internet para poder hacer uso y abuso de los blogs y de los “veinte pesitos” que vale el libro de los autores en cuestión. Hasta que finalmente hizo una pregunta poco oportuna: “¿Esta vanguardia no es un poco elitista?”. Creo que, si bien esta era una pregunta inesperada para todos, precisamente en los oídos de W. Cucurto fue donde más eco hizo “Lo que es elitista en este país es que la gente no tenga laburo y que los pibes anden levantando cartones en la calle, y no que tres o cuatro pibes escriban un libro, hagan un blog y boludeen un rato”. Las palabras de Washington, fundador de la editorial Eloisa Cartonera (¡Eloisa Cartonera!), retumbaron en el auditorio y en mi cabeza. Percibí cierta tensión. Por fin el debate se ponía movidito. Pero esto no fue todo. No satisfecho con la respuesta, el suspicaz muchacho del auditorio que había lanzado la piedra anterior, repreguntó: "¿Para quién escriben?" Quizás fue Enriquez quien dijo una de las cosas más chocantes: “No se puede escribir de una manera popular porque la gente no sabe leer”. Pero tuvo la pronta respuesta de alguien del público, que bombardeé los índices de analfabetización de Chaco y Buenos Aires aparentemente bajos. Pero Cucurto respondió preguntando “¿Vos decís que la gente que no es analfabeta sabe leer?” “Lleva años formar un lector”. Picante.
No recuerdo ni cómo ni por qué se desvirtuó el debate. Pero después de la tensión notoria (y risa por dentro que nadie veía) se hablaron otros temas interesantes, como los inicios de la carrera de Mairal, quien, antes de dedicarse a la literatura, habría comenzado a estudiar Medicina. Verdaderamente elocuente, contó acerca de su relación histérica con la industria cultural, y su constante devenir. Preciso en las palabras y a la vez suspicaz, Mairal eludió con mucha cintura la pregunta de si a él realmente le pasó lo que al protagonista de El Hipnotizador Personal. Aprovechando su capacidad de argumentar y la falta de tiempo, fue él quien dio por finalizado el debate.
Más que interesante.

Constanza L. Logares
Comisión: 65, Viernes 19.00 a 21.00 hs.

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