9.11.06

Mesa de intercambio literario en Sociales



Este pasado miércoles a las 21.00 horas en el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, ubicado en Franklin 54, se llevó a cabo el encuentro sobre “Nueva Narrativa Argentina”, para el cual fueron convocados algunos de los escritores de la antología “La joven Guardia” a fin de recrear una mesa de intercambio entre estos y los estudiantes.
Una vez encendidos los micrófonos, los personajes que vagan por el libro fueron reencontrándose con sus autores, quienes, ubicándose al frente del auditorio, comenzaron a disponerse para hablar. Así, “Pedrito”, y su bicicleta, fueron inevitablemente asociados con el aspecto de Pedro Mairal; Josefina, la chica de la turbación y el miedo, entró de la mano de Mariana Enriquez; Florencia Abbate, en cambio, nunca presentó a la joven que la acompañaba y, menos aún a sus cinco “Roommates”; y luego, finalmente, todos nos sentimos por un instante hombrecitos del casco azul al escuchar a Washington Cucurto presentándose frente a un concurrido auditorio. El quinto en el estrado fue el periodista Maximiliano Tomas, coordinador y encargado de la selección de los cuentos y del prólogo.
La charla comenzó muy “livianita”, como si el ámbito en que se desarrollaba estuviese inhibiendo y hasta censurando a los disertantes, quienes dejaban entrever una fuerte predisposición a evitar juicios y opiniones comprometidos a fin de no ser cuestionados por los académicos. “La selección se realizó con un criterio abierto tratando de convocar distintas prosas, estilos y estéticas que vienen componiendo el campo literario de los últimos años" Expresó Tomas. “Antes los escritores tendían a agruparse por afinidad a determinadas concepciones de la literatura, pero esto ya no existe” apoyó Abbate, licenciada en letras y periodista en Diario Clarín y Página 12. Sin embargo, no tardaron en aparecer las opiniones encontradas y contradictorias entre los jóvenes escritores: “No creo mucho en las generaciones; no sé si es un grupo de personas que nació el mismo año, ni por qué sería una generación: si porque escriben igual, van a bailar o juegan al fútbol.” Expresó Washington, poniendo en duda la existencia de una nueva generación de escritores. Su comprensión sobre este tema llevó a Abbate a reflexionar sobre la verdadera importancia de la formación académica en los estudiantes que aspiran a devenir en futuros escritores, y comentó: “No siento que la facultad sea un ámbito en el que pasen cosas interesantes. Ninguno de nosotros cree más a rajatabla los prejuicios de que las grandes editoriales están con el mercado y que la facultad es antimercado”. Luego, Mairal y Enriquez pusieron sobre la mesa algunas de las más valiosas perlitas que guardan en su Currículum Vitae intentando llegar al público desde su humilde experiencia: “Fue muy fuerte, pero era realmente famosa”. Acto seguido, Cucurto intentó continuar sosteniendo su personaje de “chico de la calle, despreocupado y sin conocimiento” al expresar que:“La literatura es recreación sin ningún tipo de reglas y donde no hay algo que sea de calidad. Lezama no me parece mejor que Jaime Bayly, quien hoy me parece más divertido, pero, ¿hasta dónde lo bueno es realmente bueno? No leo ni loco una novela de 500 páginas de Vargas Llosa porque me aburre”, ejemplos y autores realmente comunes y cotidianos en la vida de un tipo común, no? Tomas insistió en que el mercado está generalizando la edición de libros: “Hoy no es extremadamente difícil publicar. Si seguimos así, cada escritor va a fundar su propia editorial y no estaría mal. Editar libros en la Argentina volvió a ser un negocio”. Confirmando el comentario, Abbate continuó diciendo que ahora la repercusión que pueda tener un libro no necesariamente está ligada a la editorial en la que se lo publica. “Desacralizar el soporte hace que se democratice más el libro, y eso me parece saludable”, sostuvo.
En ese momento un joven del público se decidió a acercar un interrogante a los escritores, cuestionando si esta vanguardia no era un poco elitista. El mismo no tardó en ser respondido por el fundador de la editorial Eloísa Cartonera, quien manifestó que “Lo que es elitista en este país es que la gente no tenga laburo y que los pibes anden levantando cartones en la calle, y no que tres o cuatro pibes escriban un libro. No va a haber nunca cultura si hay desigualdad social”. Frente a lo que el estudiante volvió a repreguntar: “¿Para quién escriben?”, “Para el pueblo no escribimos, porque no sabe leer. Vargas Llosa escribe para los yanquis; hay 60 millones de semianalfabetos en toda Latinoamérica”, expreso Cucurto desde su lugar de “cartonero”. Como la consigna parecía no estar resuelta, el joven volvió a corregir: “¿Para quien escribís vos?”, le dijo como apurándolo un poco. “Yo escribo para mi mamá”, finalizó Cucurto ya bastante deschavetado. Sin embargo no pasó mucho tiempo hasta que Enriquez expresara: “No se puede escribir de una manera popular porque la gente no sabe leer”. Comentario que desató un fuerte y picante debate con una mujer del público que, argumentando a través de estadísticas, acusó de prejuiciosa a la escritora debido a los bajos niveles de analfabetismo del País. Así la escritora, acompañada por Cucurto, terminó por sostener que la lectura no es el acto de leer en sí mismo, sino que estaría asociado sólo al genero Literario, excluyendo a todo otro tipo de lector y lecturas. Los lectores para ellos, son pocos y son necesarios muchos años de lectura para formarlos.
Opromolla Renzo
com.58

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