9.11.06

Nota de lector

El libro La Joven Guardia es una selección de veinte cuentos, llevados a cabo por escritores que tienen en común haber nacido en la década del ´70 y haber publicado, por lo menos, una obra. El libro en particular me provocó una cierta división en cuanto a criterio: alguno me gustaron, otros no tanto, pero todos causaron en mí los sentimientos más extraños. Al mismo tiempo, al no existir una distancia significativa de edad, con muchos me identifiqué en mis obras. Tal vez porque compartimos elementos residuales tradicionales, haciendo alusión a los grandes escritores. Sin embargo, con muchos otros siendo sincera, no sentí ninguna identificación, no encontré cierto encanto que considero debe tener todo cuento.
Primeramente me surgió la duda de por qué Castillo recomendaba el libro, sin haberlo leído aún. Considero que sus criterios de “confianza” en la selección de Tomas, no son suficientes o particularmente a mí, no me satisficieron. En cambio, sí comparto la opinión manifiesta de Castillo: “yo no creí nunca en los géneros literarios (...) Y, para mí, un novelista, un cuentista, un dramaturgo, toca la literatura cuando deja de ser pensado como mero artífice de este o aquel género y empieza a vivir en nuestra memoria como alguien que nos contó una historia inolvidable”.
En cuanto al prólogo de Tomas, dejó sentado que el libro quería refutar aquellas hipótesis que hablaban de un estancamiento de la literatura argentina; al considerar que las obras más importantes de la literatura argentina se escribieron a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
Por lo tanto la obra, según Tomas, muestra los nuevos escritores jóvenes argentinos. Los cuentos que forman parte de esta antología narran historias completamente distintas en estructura, vocabulario y valores que se ponen en juego.
Los veinte cuentos los agrupé según diferentes criterios, ya sea a partir del género, estilo, temas, personajes, entre otros. En la primera agrupación me basé en el narrador: Un lugar más alejado, Una mañana con el Hombre del Casco Azul, Diario de un joven escritor argentino y El imbécil del Foliz. Estos cuatro contaron su historia a partir de un narrador en primera persona. Por otro lado, me gustaría incluir en este grupo el cuento Las cosas los años, bajo el criterio de que los cinco cuentos narraron su historia en un tiempo presente, siendo bastante descriptivos.
Una segunda agrupación la constituye: El hipnotizador personal, Argentinidad, La edad de la razón y Otra mujer. Los agrupé juntos porque supieron contar una historia interesante y con un final inesperado. Realmente fueron los que más me gustaron.
El tercer grupo lo conformé, siendo sincera, porque no les encontré un sentido a las tres historias. Realmente me envolvieron entre tanta descripción y palabras sin sentido que perdí el hilo de la historia. Estoy hablando de La intemperie, El aljibe y El emperador insomne. Fueron los tres cuentos que menos me atraparon. Por otro lado, también podemos relacionar El emperador insomne junto con Diez minutos, ya que ambos se caracterizan por tener múltiples finales y permitirle jugar al lector mucho más con la lectura.
El cuarto grupo lo he configurado a partir de cinco cuentos: Un hombre feliz, El cavador, Morfan dos, Siesta y Dos huérfanos. Éstos tienen en común una relación muy estrecha con el título. Mientras realizaba la lectura de los cuentos, todo el tiempo, debido a las descripciones y a la estructura de la historia en particular, me remitía al título.
Por último, tomé nuevamente El emperador insomne para relacionarlo con Recomendaciones de un padre argentino para un cuento español y En silencio. Las tres obras se centraron en una historia compartida por generaciones en una misma familia. El destino estaba marcado por sus antecesores.
De esta última selección hablaré en detalle. El cuento que más me cautivó fue Recomendaciones de un padre argentino para un cuento español, pero precisamente no por la historia en particular, sino por la manera en que se basó para contarlo. Me pareció bastante original el modo por el cual buscó llegar al lector. Tiene una relación de proximidad bastante interesante con el lector y al mismo tiempo supo contar una historia tradicional. Sin embargo, tradicional hasta cierto punto; ya que dejó explícitamente legado el final al lector. Por supuesto dejándole algunas recomendaciones (haciendo honor al título). Construye un narrador en primera persona y predomina un cierto diálogo con el lector (en tiempo presente); lo hace formar parte de su historia y también adueñarse de ella, contribuir con algunas ideas, si se me permite decirlo así.
No sentí lo mismo con los otros dos cuentos. Con ellos no logré identificarme en absoluto y hasta lograron aburrirme. Lógicamente no los elegiría como intertexto. No obstante, tampoco lo haría con el primero. Me permitiré buscar un texto en otra agrupación y utilizarlo como intertexto. El cuento que me llevaría a dicho fin es El hipnotizador personal. Escribiría con más detalles acerca de este hipnotizador que dejó entrever a grandes rasgos el narrador. Pero en mi cuento el hipnotizador buscaría hacerla reír, no dormirla. La llevaría de viaje por lugares extraños, mágicos. Le contaría historias sin sentido, llenas de crueldad. Esa tan cruel que al final te hace reír. El hipnotizador no se enamoraría de ella; sino que un día la abandonaría para hipnotizar de carcajadas a aquellas almas perdidas que siguen vagando en calles oscuras. Y ella lo extrañaría tanto que comenzaría a contar historias sin sentido llenas de crueldad que te hacen reír y su espectadora se quedaría al lado de ella para siempre no por pena, solidaridad o lástima, sino porque la necesitaba. Su soledad compartiría, desde ese momento en adelante, las más dulces locuras que se le ocurrirían a la niña, para poder dejar pasar su tiempo muerto.

María Luz Gianni Bosse
com. 58

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